Las adaptaciones de los clásicos: puentes hacia islas de tesoros
Author(s)
Navarro Durán, RosaDate
2016-07Discipline
EducaciónKeyword(s)
Clásicos de la literaturaAdaptaciones literarias
Fábulas
Intertextualidad
Classics of literature
Literary adaptations
Fables
Intertextuality
Abstract
Las obras clásicas enseñan y deleitan, y no pueden quedar reducidas a ser
lecturas de una minoría culta por la dificultad que a veces tienen sus textos. La cultura de
un país se asienta en la correcta educación de los niños y los jóvenes; por tanto, hay que
buscar caminos para abrirles las páginas de los clásicos: son las adaptaciones, que tienen
que ser siempre fieles al original. Un elemento tan cotidiano como la lluvia, presente
en el Lazarillo y el Quijote, permite ver la perfecta construcción de un pasaje en ambas
obras; y otros dos del Lazarillo recreados en el Quijote nos llevan a ver la presencia de las
lecturas del escritor en sus creaciones. Son dos enseñanzas entre las muchas que nos ofrecen
los clásicos: la organización del texto, que no puede descabalarse, y la demostración
de cómo todo buen escritor atesora lecturas. La primera indica cómo debe realizarse la
adaptación, respetando la unidad del texto; y la otra confirma lo dicho al comienzo: la
absoluta necesidad de leer a nuestros clásicos. Reading the classics teaches and delights us. The difficulty of some texts
should not reduce them to a closed paradise that only a happy few can enter. Since the
culture of a country rests on the correct education of young people, we should find ways to make the classics accessible to them. This is the function of adaptations, which must
be faithful to the original. The presence of an element as common as the rain in both Lazarillo
de Tormes and Don Quijote de la Mancha bears witness to the perfect construction
of these texts. Besides, the recreation of two scenes from Lazarillo in Don Quijote shows
how a writer gets inspiration from other authors. These are two among the many lessons
that the classics offer: the text organization, which must not be altered, and the proof
that the best writers treasure their readings. The former dictates how adaptations should
be made, whereas the latter confirms once again the absolute need of reading the classics.